Los noticiarios, los medios, las redes viven en el suceso. Todo lo que aspira a destacar y a tener “relevancia” e “impacto”, según la semántica que le dan a esos términos, debe suceder en un corto espacio de tiempo con el mayor ruido, trasgresión y luz, que generen un sentimiento instantáneo e intenso. Y así tratan, y a veces consiguen, que vivamos y dediquemos el tiempo que es nuestra vida. Enganchados a un suceso tras otro de un pico al siguiente… “sucesivamente”. Haciendo de la suma de la irrelevante y efímera sucesión, una suerte de entretenimiento permanente generador de dopamina.

Mientras tanto, la vida real sucede en el cada minuto, en el ahora, el hoy, el ayer y el mañana en todo su continuidad y densidad. Los sueños, la innovación, el arte, el pensamiento, la trascendencia viven en los valles, en los huecos entre sucesos, en el silencio, en la espera, en la paciencia, en la mirada lúcida hacia dentro y en la pausada y abrumada hacia el “paisaje”. Lo grande, se cimenta en el día a día, en el esfuerzo de una decisión, y después de esa en la siguiente. Lo verdaderamente Relevante y con Impacto se construye desde compromisos no efímeros que viven en la rutina y a veces en el dolor e incluso en el aburrimiento. Mis héroes, viven en esa rutina comprometida, caminan por sendas o escalan tramos que sólo anecdóticamente pueden llevarlos a picos quedando a la vista de los “paparazis cazadores del suceso” que flotan en globos por encima de las nubes que tapan la realidad.

La gente más grande que yo he conocido huye del piropo y de la exposición, que no hacen sino entretenerla de su compromiso. Su grandeza y estima radica poco en la aceptación externa y mucho en la satisfacción interna. Y es así como son felices siendo dueños de su destino y de la fuente de su propia felicidad. Mis héroes “pierden” su vida en la rutina del cuidado de un ser querido, en el Amor en mayúsculas, en los pequeños detalles de todos los días, en el paso a paso en la persecución de sus sueños, en la composición de una sinfonía de un nuevo mundo y de un universo nada virtual. Viva la liga de los maravillosos rutinarios.

© Mikel Renteria. Año 2022