Hoy miro a través del ventanal de casa; el mismo que ha sido testigo o inspirado muchas de mis canciones. Los cristales pintan un cuadro blanquecino hecho de infusión de rayos de sol y gotas de agua que caen a través nubes sin agujeros. Fuera una flamante lanzadera de aduanas se ha abarloado a un viejo barco mercante sin banderas, que atracó hace años y espera desde entonces que alguien largue sus estachas, inconsciente de que sería para un último viaje de descanso. No se ve a nadie paseando por la calle, empapada de soledad. Un autobús escolar está aparcado en los muelles de enfrente mirando a la pared, castigado a la espera de nuevos lunes con clase. El viento peina con fuerza los árboles que habían quitado ya su ropa de abrigo del armario de las previsiones. Tú estás conmigo. En silencio. Mientras, suenan las palabras tecleándose y de fondo canciones que parece que las hubieran compuesto para hoy y este momento. Y pasa el tiempo. El barco de aduanas acaba de zarpar de vigilancia dejando a su paso un ondulante camino de espuma de agua batida. El viejo barco seguro que echa de menos el calor de su contacto a babor, mientras, siente el agua aliviando sus rendijas oxidadas. Te miro. Tienes ganas de que salga de nuevo el sol. Ya vendrá. Ten paciencia. Estará cargándose de rayos de buenas noticias. Sí; seguro que es eso lo que me dices.

© Mikel Renteria. Año 2019