Sigue Andando es la adaptación de aquella primera canción; de Walk On. Y hay una anécdota muy divertida; una de tantas que nos han pasado en los últimos años. Ésta tiene que ver con esa canción y con Bruce. Sí, con Springsteen.

El verano de 2008 fue una maravilla. Nada apuntaba lo que estaba sucediendo en el cuerpo de Jon. Fue un verano lleno de planes. Estuvimos toda la familia, como siempre en Pirineos, en Galicia… y Mentxu y yo nos organizamos una escapada los dos solos. Era la primera vez que nos escapábamos desde que había nacido María dos años antes. La habíamos organizados muchos meses antes. La  excusa era estupenda: “Mentxu,  Bruce viene de gira y me gustaría que fuéramos a alguno de los conciertos”. “¿Oye, y si vamos a verle en el Camp Nou en Barcelona y aprovechamos para pasar el fin de semana allí los dos solos?”. Springsteen nos ha acompañado desde la adolescencia y llegado el verano de 2008, con María ya con dos años, suponíamos que podríamos organizar el cangureo de fin de semana de los tres mancebos. Lo organizamos. Ese año Bruce daría dos conciertos en días consecutivos en Barcelona: un sábado y un domingo. Cogimos entradas para el concierto del domingo 20 de julio de 2008. Me tomé el lunes 21 de vacación. Iríamos desde el sábado y volveríamos el lunes a la tarde tras asistir el día anterior al concierto. De lujo. Un planazo.

Llegó el día del concierto. Salió un día de julio estupendo en Barcelona. Años antes mi peluquero; un tal Salomón, en una de mis visitas de poda de mi cabellera tipo “Jacksons Five” me trasladó gratuitamente y sin que nadie lo pidiera un solemne augurio que recuerdo de manera cristalina, mientras le costaba cortar mi densa mata de pelo: “Mikel, otra cosa no sé, pero, desde luego, que, calvo no te vas a quedar”.  Acertó de pleno el muy… Total, que era 2008, era Julio, cascaba el sol de lo lindo y yo comenzaba a vestir unas entradas de tres pares. Y, claro, no me había traído gorra en la maleta, aún no acostumbrado a mi nueva situación pilosa. Mentxu me lo trasladó con enorme delicadeza “Mikel, se te está poniendo la calva en efervescencia; la tienes ya roja como un tomate”. Compramos una gorra blanca lisa en un centro comercial de paso en nuestro paseo de turisteo. Muy, muy fea, pero haría su función a lo largo de todo el día, tanto desde el punto de vista de evitar la radiación, como por el descojono que nos provocaba la pinta que llevaba.

Antes de ir al concierto pasamos por el hotel para pegarnos una ducha. Según llegábamos al Camp Nou Mentxu me señaló a la cintura riéndose…”¿Mikel, qué pasa?¿Que ya no puedes vivir sin ella?” Señalaba a la Fancy gorra blanca que llevaba colgada de una hebilla de mi pantalón. No me había dado cuenta de que la llevaba, la verdad y, ya no tenía mucho sentido porque estaba oscureciendo, pero muy digno y quedándome más ancho que largo le respondí “La llevo porque Bruce me la va firmar”, a lo que Mentxu respondió con una sonora y maravillosa carcajada de las suyas.

 

El concierto fue impresionante con un Bruce en un estado de forma sorprendente. Volvimos al hotel eufóricos, enchufados por el largo viaje de emociones por el que nos llevó el Boss. Aún con la emoción y el pitido del concierto en el cuerpo nos levantamos de lunes en Barcelona. No habíamos hecho planes para ese día raro. Un lunes laborable en Barcelona … “¿Mentxu, qué te parece si visitamos el Tibidabo? Yo no lo conozco”. Cualquier cosa estaba bien aquel lunes que, de nuevo, amanecía con un solazo tremendo. Nos montamos en el coche y nos dirigimos hacia el Tibidabo con las ventanas abiertas y disfrutando como chipirones. Subíamos por las cuestas finales y vi anunciado “Gran Hotel Florida”. Me vino un flashazo de un reportaje que habíamos visto en la TV el día anterior de la visita de Bruce a Barcelona y lo recordé “Jodé, Mentxu, creo que éste es el hotel en el que se ha alojado Bruce”. “Qué hace ese grupo de gente allí? ¿Qué llevan?”. Un grupito de unas ocho personas llevaban como un muñeco grande como si fuera una procesión de semana Santa y la apoyaron en el suelo. Aparqué el coche en el arcén que se anchaba en la curva mientras le decía a Mentxu…” ¿Te imaginas?¿Paramos?¿Vamos a ver qué hacen?”. Nos dirigimos hacia el grupo y entonces nos dimos cuenta de que lo que habían posado en el suelo era una coca gigante de chocolate de la imagen de cuerpo completo de Bruce. Nos acercamos más para verlo mejor. Era una coca alucinante.

 

No había pasado ni un minuto de nuestra llegada cuando una mujer se nos acercó desde el hotel. “Ahora sale. Eso sí, os pido que no le toquéis por favor”. Mentxu y yo nos mirábamos atónitos, acertando a adivinar a quién se refería, pero no pudiendo creerlo. Sí. Acertábamos. Allí se nos acercaba Bruce, sonriente y asombrado con la impresionante coca.

Y Mentxu y yo “infiltrados” en el grupo como expertos pasteleros. Estuvimos un rato con él charlando y, las personas del grupo le pidieron si podía firmarles sus entradas del día anterior, a o que él accedió. Yo las tenía en bolsillo del pantalón aún. Y entonces me di cuenta. Seguía llevando la gorra colgada en la hebilla del pantalón. No sé si alguien vio el descojono que me entró. Desabroché la gorra y se la ofrecí a Bruce para que me la firmara, además de las entradas. Y así lo hizo. “¿¡Ves Mentxu, cómo me la iba a firmar!?”. JUAAAA. Luego salió toda la E-Street Band a saludarnos de paso a sus flamante furgonetas negras. Alucinante. Vaya casualidad más extraña.

Quién nos iba a decir en aquel momento en Barcelona en Julio de 2008, con nuestros tres maravillosos hijos a buen recaudo en casa, la batalla que comenzaría en nuestras vidas unos pocos meses después. Pero la historia no acabaría ahí.

Unos amigos nos habían comprado entradas para el concierto de Bruce en Bilbao en julio de 2009 en San Mamés. Eran entradas para un concierto justo para un año después de aquel de Barcelona. Pero había sido un año tremendo. Un año que había sido toda una vida para nosotros. Una vida en la que todo había cambiado. En Mayo yo había tenido que componer canciones para no explotar. Habían surgido Walk On, What’s life but a dream …  Y Andoni, nuestro hijo mayor me dijo… “Aita, tenemos que hacer algo con esa canción”. Se refería a Walk On. Creo que fue una amiga la que planteó la bomberada …”Oye, ¿Y a que no se la enviais a Bruce aprovechando que viene a Bilbao?”. Cualquiera que conozca a los bilbaínos y a nuestra familia sabe que un planteamiento en esos términos sólo tenía una posible respuesta: “¡¿Que noooo?! Verás”. Estábamos en medio del fragor de la batalla con Jon, pero esto era un poco de aire fresco para todos en casa. Lo siguiente era descubrir quién organizaba el concierto de Bilbao. Lo localizamos enseguida. Habíamos preparado un pequeño dossier con nuestra historia y yo había grabado con la acústica Walk On. Le mandé un mail al promotor con el dossier y la canción sin ninguna esperanza de que siquiera lo leyeran, pero quedándonos más a gusto que un ocho. Cogí el teléfono a un número desconocido “Hola … mira … soy el promotor del concierto de Bruce, he recibido un mail vuestro…y…me gustaría conoceros”. Había enviado el mail el día anterior a la llamada. Nos reunimos con él en lo que creo que acierto al decir que fue el comienzo de una amistad con una buena persona. Sí, a Bruce le llegó nuestro dossier y la canción. A decir de nuestros ya amigos, le emocionó mucho. Ahí quedó, de momento la historia. De momento… pero… quién sabe, ¿verdad?

Llegó el 27 de Julio de 2009. Era la fecha del concierto de Bruce en Bilbao. Estábamos en medio de momentos muy duros de la batalla contra la enfermedad de nuestro hijo, pero nuestros amigos nos forzaron a ir al concierto. Teníamos entradas en San Mamés en la grada contraria al escenario y arriba del todo. Fue un concierto muy diferente para nosotros y aquel sitio alejado y casi solitario en medio de la muchedumbre era el más adecuado. Todas las canciones resonaban de otra manera; con una intensidad extrema que desató el nudo del estómago con el que habíamos entrado por las puertas del estadio. No sé si fue con Thunder Road o a partir de The river que Mentxu y yo pasamos el concierto ´llorando y abrazados, entrelazados y mezclados hasta el alma, bañados en dolor y en amor.

© Mikel Renteria. Año 2019